miércoles, 8 de julio de 2020

Zaqueo

de San Lucas 19



Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. 

Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. 

Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. 

Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: 

«Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». 

Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: 
«Se ha ido a alojar en casa de un pecador». 

Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: 

«Señor, ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más». 

Y Jesús le dijo: 

«Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, 

porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido»


Nosotros hoy, tras la venida del Mesías, los judíos los de la carne quedan ciegos y sordos precisamente al no estar en las llagas del Cuerpo de Cristo pero ellos comparten la misma Carne, Hijos de Abraham en la Sangre, Sangre que nuestro glorioso Redentor derramó en el Calvario, mientras que nosotros  somos los auténticos judíos ahora por la Gracia; Hijos de Dios alimentados con el Cuerpo y Sangre del Resucitado, hijos de Abraham en la Fe. De los que vendrán de oriente y Occidente y se sentarán a la Mesa...  Hemos de bajar pronto del árbol al que nos hayamos subido una vez escuchemos el LLamado del Señor. A la Voz del divino Redentor, tendremos todo lo preciso para desandar esa escalada  en la que muchas veces buscábamos la Felicidad, la Inmortalidad, la Eternidad, la Vida misma pero por otro camino y sólo hay Un Camino. En Unidad lo recorremos peregrinando en este Valle de Lágrimas.


Existe una tendencia general a ver Cruz sin crucificado, incluso figurar al resucitado junto a la Cruz. La ocultación del dolor y el  sufrimiento para vaciarlo y depreciar su valor. La Redención del siervo sufriente, del Cordero de Dios llevado al matadero. San Juan Pablo II nos mostró el rostro más vivo de Jesús en Su Vicario. El Cristo.



 
Ave María

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