domingo, 3 de octubre de 2021

Lauda Sion Salvatorem Santo Tomás de Aquino


  
Lauda Sion, Salvatorem;
Lauda ducem et pastorem,
In hymnis et canticis.
Quantum potes, tantum aude:
Quia major omni laude,
Nec laudare sufficiens.
Laudis thema specialis,
Panis vivus et vitalis
Hodie proponitur;
Quem in sacræ mensa cœnæ,
Turbæ fratrum duodenæ
Datum non ambigitur.
Sit laus plena, sit sonora,
Sit iūcunda, sit decora
Mentis jubilation.
Dies enim solemnis agitur,
In qua mensæ prima recolitur
Hujus institutio.
In hac mensa novi Regis,
Novum Pascha novæ legis
Phase vetus terminat.
Vetustamen novitas,
Umbram fugat veritas
Noctem lux eliminat.
Quod in cœna Christus gessit,
Faciendum hoc expressit
In sui memoriam.
Docti sacris institutis,
Panem, vinum, in salutis,
Consecramus hostiam.
Dogma datur Christianis,
Quod in carnem transit panis,
Et vinum in sanguinem.
Quod non capis, quod non vides,
Animosa firmat fides,
Præter rerum ordinem.
Sub diversis speciebus,
Signis tantum, et non rebus,
Latent res eximiæ.
Caro cibus, sanguis potus,
Manet tamen Christus totus
Sub utraque specie.
A sumente non concisus,
Non confractus, non divisus,
Integer accipitur.
Sumit unus, sumunt mille,
Quantum isti, tantum ille,
Nec sumptus consumitur.
Sumunt boni, sumunt mali:
Sorte tamen inæquali,
Vitæ vel interitus.
Mors est malis, vita bonis;
Vide paris sumptionis,
Quam sit dispar exitus.
Fracto demum Sacramento,
Ne vacilles, sed memento
Tantum esse sub fragmento
Quantum toto tegitur.
Nulla rei fit scissura,
Signi tantum fit fractura;
Qua nec status nec statura
Signati minuitur.
Ecce Panis Angelorum,
Factus cibus viatorum,
Vere panis filiorum,
Non mittendus canibus.
In figures præsignatur
Cum Isaac immolator,
Agnus Paschæ deputatur,
Datur manna patribus.
Bone Pastor, panis vere,
Jesu, nostri miserere.
Tu nos pasce, nos tuere,
Tu nos bona fac videre
In terra viventium.
Tu qui cuncta scis et vales,
Qui nos pascis hic mortales,
Tuos ibi commensales,
Cohæredes et sodales
Fac santorum civium.
Amen. Alleluia.
Alaba, Sión, a tu Salvador;
alaba a tu guía y pastor
con himnos y cánticos.
Pregona su gloria cuanto puedas,
porque Él está sobre toda alabanza,
y jamás podrás alabarle lo bastante.
El motivo especial de nuestros loores
que hoy se te propone
es el pan vivo y que da vida.
Es el mismo, no lo dudes,
que aquel que en la Santa Cena
a los Doce se entregó.
Sea plena la alabanza, armoniosa,
sea alegre y fervoroso
el gozo del corazón.
Pues celebramos el solemne día
en que fue instituido
este divino banquete.
En esta mesa del nuevo rey,
la pascua nueva de la nueva ley
pone fin a la pascua antigua.
Lo nuevo sustituye lo antiguo,
la verdad ahuyenta las sombras,
y la luz destierra a las tinieblas.
Lo que Jesucristo hizo en la cena,
nos mandó a hacer
en memoria suya.
Instruidos con sus santos mandatos,
consagramos el pan y el vino,
en sacrificio de salvación.
Es dogma que se da a los cristianos,
que el pan se convierte en carne,
y el vino en sangre.
Lo que no comprendes y no ves,
una fe viva lo atestigua,
fuera de todo el orden de la naturaleza.
Bajo diversas especias,
que son signos y no cosas,
están ocultos los dones más preciados.
Su carne es alimento y su sangre bebida;
mas Cristo está todo entero
bajo cada especie.
Quien lo recibe no lo rompe,
no lo quebranta ni lo desmembra;
recíbese todo entero.
Recíbelo uno, recíbenlo mil;
y aquél lo toma tanto como éstos,
pues no se consume al ser tomado.
Recíbenlo buenos y malos;
mas con suerte desigual
de vida o de muerte.
Es muerte para los malos y vida para los buenos;
mira cómo un mismo alimento
produce efectos tan diversos.
Cuando se divida el Sacramento,
no vaciles, sino recuerda
que Jesucristo tan entero está en cada parte
como antes en el todo.
No se parte la sustancia,
solo el signo se fracciona;
ni el ser ni el tamaño se reducen
de Cristo presente.
He aquí el pan de los ángeles,
hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos,
no lo echemos a los perros.
Figuras lo representaron:
Isaac fue sacrificado;
el cordero pascual, inmolado;
el maná nutrió a nuestros padres.
Buen pastor, pan verdadero,
¡oh Jesús!, ten piedad.
Apaciéntanos y protégenos;
haz que veamos los bienes
en la tierra de los vivientes.
Tú, que todo lo sabes y puedes,
que nos apacientas aquí siendo aún mortales,
haznos allí tus comensales,
coherederos y compañeros
de los ciudadanos santos.
Amén.





viernes, 5 de febrero de 2021

La espiritualidad en unidad, la vida Eucarística.




Cada uno de nosotros, Bautizados y Confirmados que hemos hecho la Primera Comunión,  debemos vivir la fe en el tiempo bajo la vocación ermitaña eucarística, permaneciendo fieles a la fe del principio, dóciles al Espíritu Santo, expropiados de la propia voluntad, en alegría, pobreza y castidad. No hay lugar a los seglares y laicos sino a la transformación de estos en monjes ermitaños en Unidad con Cristo, Hijos de la Iglesia Santa fiel.

Las vocaciones religiosas se agostan, lo mismo ocurre con la sacerdotales y las del matrimonio. Muy pocas vocaciones hay, son  sal y levadura para este pequeño rebaño fiel, mientras esta pequeña grey  abraza esta vocación del Fin de los tiempos, la espiritualidad mística ermitaña donde todo nuestro día sea una Santa Misa, todo este Hoy esté en comunión con nuestro redentor. Nuestra Vida Eucarística. Jesús es el Camino.




Ave María

miércoles, 8 de julio de 2020

Zaqueo

de San Lucas 19



Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. 

Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. 

Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. 

Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: 

«Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». 

Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: 
«Se ha ido a alojar en casa de un pecador». 

Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: 

«Señor, ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más». 

Y Jesús le dijo: 

«Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, 

porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido»


Nosotros hoy, tras la venida del Mesías, los judíos los de la carne quedan ciegos y sordos precisamente al no estar en las llagas del Cuerpo de Cristo pero ellos comparten la misma Carne, Hijos de Abraham en la Sangre, Sangre que nuestro glorioso Redentor derramó en el Calvario, mientras que nosotros  somos los auténticos judíos ahora por la Gracia; Hijos de Dios alimentados con el Cuerpo y Sangre del Resucitado, hijos de Abraham en la Fe. De los que vendrán de oriente y Occidente y se sentarán a la Mesa...  Hemos de bajar pronto del árbol al que nos hayamos subido una vez escuchemos el LLamado del Señor. A la Voz del divino Redentor, tendremos todo lo preciso para desandar esa escalada  en la que muchas veces buscábamos la Felicidad, la Inmortalidad, la Eternidad, la Vida misma pero por otro camino y sólo hay Un Camino. En Unidad lo recorremos peregrinando en este Valle de Lágrimas.


Existe una tendencia general a ver Cruz sin crucificado, incluso figurar al resucitado junto a la Cruz. La ocultación del dolor y el  sufrimiento para vaciarlo y depreciar su valor. La Redención del siervo sufriente, del Cordero de Dios llevado al matadero. San Juan Pablo II nos mostró el rostro más vivo de Jesús en Su Vicario. El Cristo.



 
Ave María

lunes, 6 de julio de 2020

El mar hace la playa retirándose



Leemos en San Lucas 15, 11-32




Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos.  El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes.  Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.  Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.  Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.  Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.  Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!  Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti;  ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”.  Entonces partió y volvió a la casa de su padre.

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.  El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo”.  Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.  Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,  porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y comenzó la fiesta.

 El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.  Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso.  Él le respondió: “Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”.  Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,  pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.  ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”.  Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.  Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”».

Ave María